La Cultura Futbolística comenzó a moverse a pasos agigantados, transformando al balompìé en el deporte número uno en casi todo el orbe. El fútbol motivo de pasión de multitudes y de grandes disputas, con aficionados dispuestos a abonar alto costo de entradas o de adquirir merchandising de su institución, une en torneos internacionales todo tipo de culturas. "El fútbol continúa siendo un rasgo importante de nuestra identidad, somos uno de los países del mundo de más cultura futbolística -no son muchos- en Sudamérica estamos al frente junto con Brasil y Argentina, y en el mundo agréguele Italia, Inglaterra, Alemania y no me animaría a decir que Francia o España tienen más cultura futbolística que Uruguay... " Oscar Wáshington Tabárez, entrenador Selección Uruguaya de Fútbol. Mayo 2010, Estadio Centenario.

martes, 9 de noviembre de 2010

DEFINITIVAMENTE: CORRIERON A LA FAMILIA DEL ESTADIO CENTENARIO

Domingo, tarde de clásico, lucha entre Peñarol - Nacional. Con la decisión de que la Olímpica ya no la compartirán las hinchadas de ambas instituciones. Solamente por la parcialidad tricolor por ser su equipo el locatario. Se cierra aquí un capítulo con relación a ésta tribuna, donde concurría la familia. A partir de éste hecho, todo cambia, la Olímpica corrió con la misma suerte de la Amsterdam, la Colombes y parte de la América.

lunes, 8 de noviembre de 2010

EL 8 CUMPLIRÍA 72 AÑOS. CACHO CAETANO DE URUGUAY, AMERICA y DEL MUNDO

"Cacho" Caetano con la selección uruguaya, México 1970, donde se lograra el cuarto puesto


La "máquina" del Club A. Peñarol, 1963. Luis Maidana, Omar Caetano, Néstor Goncálves, Roberto Matosas, Ruben Cano, Edgardo González, Cocito. Agachados: Julio Cesar Abbadie, Pedro Vergilio Rocha, Sasia, Alberto Spencer y Juan Joya Cordero.
Fue un caballero dentro de las canchas y también fuera de ellas. Querido y respetado por todos. Había recibido un merecido homenaje del club que más quiso en su vida: Peñarol. “Su” Peñarol querido, al que se vinculó en 1961, defendiéndolo hasta 1975, conociendo con la gloriosa institución de las once estrellas todo tipo de conquistas. Campeón Uruguayo, de América y del Mundo, entre otros. Casi nada. En la selección compatriota también brilló, siendo Campeón Sudamericano en 1967, aquel torneo que se disputara en Montevideo con la finalísima del dos de febrero entre Uruguay y Argentina, partido que obtuvieran los celestes por uno a cero con un gol convertido por el artillero Pedro Virgilio Rocha, a los treinta minutos del segundo tiempo, allá contra la Colombes. El once de julio de 1966 en la inauguración del Mundial en Wembley, lo recordamos ante las cámaras de la BBC, entre los integrantes del combinado, en el partido inaugural frente al mismo dueño de casa, Inglaterra, saludando a la Reina Isabel II y al Príncipe Felipe, que habían irrumpido en el césped luego de un magistral toque de trompetas. Cuatro años después, en México, también compone la plantilla que consigue el cuarto puesto mundialista en 1970. El 18 de junio de 1975 cuando el Rey Pelé se decide a llevar la “samba futbolera” a la Gran Manzana del Cosmos, lo contratan junto a otros astros como el goleador italiano Giorgio Chinaglia y al alemán Franz Beckenbauer. Nacía el balompié en Estados Unidos y éste poderoso equipo manejado por la Warner Communications de Nueva York, escala posiciones rápidamente en el ámbito norteamericano. Así, el actor Robert Redford observa los partidos de la escuadra y se hace ferviente admirador de su juego, hasta que un día lo conoce personalmente en las oficinas del Cosmos en Rockefeller Center y le confiesa que es un seguidor de su personal estilo, haciéndose amigos desde ahí en adelante. Pasó por las canchas dejando su huella imborrable. A paso triunfal. Con una regularidad impresionante. Disputando cada contienda como si fuera la última. Es que, Omar “Cacho” Caetano hizo una ilustre carrera en el balompié, con una característica modestia y responsabilidad, ocupando lugares preponderantes en el deporte y la vida.

LA VERDADERA SINGULARIDAD DE ESPIRITU

Sin importar cuantos años se vivan, siempre se van a recordar los momentos de la niñez y la adolescencia. “Cacho” llegó al mundo como el primer hijo de Angelita y Don Antonio, en 1938, en el hogar de la calle Gianelli, en el barrio Aguada. La pareja le dio dos hermanas: Norma y Myriam. Omar concurrió a la Escuela No. 28 República de Panamá y en las tardes se escapaba de su casa para jugar a la pelota con los botijas de la cuadra. Era un niño despierto, pícaro e inteligente. Personalidad que lo acompañó durante toda su existencia. Pronto, debuta en baby fútbol y al ingresar al Colegio y Liceo Palotti de Luis A. de Herrera y Emilio Raña, integra el cuadro principal. Pero, su padre no quería saber nada con eso del fútbol y le exige que aprenda un oficio. Lo manda a la UTU, para que se transforme en tornero, curso que sigue hasta tercer año, pero su espíritu le exige otra cosa. En los fines de semana, “Cacho” se entrevera en distintos “picados”, pasa por clubes de barrio: Gloria, Deportivo Minas y Pueblito Nuevo, hasta que un Sr. llamado Vargas, amigo de su familia, lo observa y lo lleva a una institución de la divisional B, invitándolo a las prácticas. En esos momentos, jugar en el torneo de ascenso, era muy difícil. Había muy buenos exponentes, los encuentros eran duros y el nivel era casi tan bueno como el de la A. De buenas a primeras, ficha en Canillitas, Club del Sindicato de Vendedores de Diarios.
Su campaña en el equipo se transforma en excelente, siendo dirigido por el técnico Washington “Pulpa” Etchamendi, alternando con ”Lito” Silva, “Peca” Bono, “Chino” Salvá y otros muchachos que adoraban el balompié. Es el marcador de la temporada. Ahora, su padre y sus hermanas, lo van a ver a todas las canchas. Y los dos “grandes” se interesan por él. La puja resulta apasionante y Nacional, parece ser el que lleva ventaja. Claro, que en su casa solo se habla de Peñarol y él desea jugar ahí. Hasta que el hecho por fin se produce y se va contentísimo rumbo a la sede carbonera de la calle Maldonado a firmar el contrato. Al mismo tiempo se pregunta: ¿Cómo haré para jugar acá?... ¿Si son todos jugadores buenísimos?... ¿Cómo agarro puesto?...
La oportunidad aparece y en un cambio de integración, debuta en la plantilla principal. Desde ese momento, se transforma en titular indiscutido, no dejando nunca de jugar. Cerrando el sector con candado para que nadie pasara por ese lugar. De dientes apretados, trancando fuerte, sin mala intención, se distingue por su temperamento. Sin importarle a quien disputarle el balón, ya sea al crack más pintado y renombrado; blanco o moreno; bajo o alto; uruguayo, argentino, brasileño o de donde sea, como Serena, Cubilla, Garrincha, Dorval, Domingo Pérez, Araya o Bernao, entre tantos. “Cacho” Caetano en poco tiempo, se erige en grandes escuadras aurinegras.

EN UNA LARGA ETAPA DE GLORIAS,
LA FAMILIA ANTE TODO

Resulta ser inevitable resaltar esas conquistas repletas de gloria, con compañeros de real valía y calidad. Desde Mazurkiewicz, Maidana o Fossatti hasta Joya, pasando por Lezcano, Varela, Díaz, Forlán, Gonzálvez, Abadie, Rocha, Spencer, Cortés, Silva, González, Morena y tantos más. En 1966 toca el cielo anticipadamente con las victorias hazañosas ante River argentino en Santiago de Chile y Real Madrid –en Montevideo y Madrid- coronándose Campeón de la Libertadores y de la Intercontinental.
Entre éxitos, torneos obtenidos, viajes, triunfos y muy pocos fracasos, conoce a una joven y bonita muchacha: Rosa María Barcia, de la cual se enamora y se casa rápidamente, después de seis meses de noviazgo. Junto a ella, edifica una familia, con la llegada de Marcelo –hoy médico en Barcelona, España- y Andrea –profesora de inglés- apareciendo paulatinamente los nietos: Martina, Agustina, Luca y Emiliano, a los cuales –lamentablemente-no tuvo mucho tiempo para disfrutar. El jueves 3 de julio de 2008 a las once y media de la mañana, partió definitivamente y hasta ahora nadie lo puede creer. Dejó sus cosas, sus anécdotas, su forma de ser. Sobrio, de pocas palabras, con una salida justa en el lugar preciso. Omar Caetano, un referente del fútbol, el próximo 8 de noviembre hubiese cumplido 72 años. Desde el cielo sigue amando a su PEÑAROL querido! Un ejemplo de pasión y de entrega.
Salud, maestro!!

LAS PREGUNTAS QUE UNA VEZ “CACHO” CONTESTO

-¿Un equipo uruguayo?
-Siempre, Peñarol.
-¿Un equipo del exterior?
-Santos, de Pelé.
-¿Un director técnico?
-Hugo Bagnulo
-¿Un compañero?
-José Francisco Sasía, desde el punto de vista humano y futbolístico
-¿Un jugador?
-Dorval
-¿Un amigo?
-Milton “Tornillo” Viera
-¿Un partido inolvidable?
-Sin duda alguna, la final por la Copa Libertadores de América, con River argentino, en 1966, en el Estadio Nacional de Santiago de Chile
-¿Un presidente?
-Uuhhh… varios… Guelfi, Cataldi, Damiani…
-¿Qué te dejo el fútbol?
-Un capital invalorable de amigos y las fuerzas para seguir luchando por darles a mis hijos un futuro digno.

Omar Caetano fue el jugador de Peñarol con más participaciones en la Libertadores.(62,63,65,66,67,68,69,70,71,72,73,74) 12 Copas(después viene Néstor Gonçalves y Fernando Morena con 10)Ganó 8 Campeonatos Uruguayos (OCHO!) y participó en 14.(campeón: 62, 64, 65, 67, 68, 73, 74, 75)Campeón de América y del Mundo con Peñarol, 1966Integrante de la Selección Uruguaya, Mundial del 1966, y 1970, 4to. Puesto.
Perlitas varias:

*El pase de Omar Caetano se hizo a fines de 1961. Peñarol pagó $ 15.000.- al contado a Canillitas.

*Jugo dos temporadas en la llamada reserva. Alternaba con Braulio Roldán, Edgardo González, Pino, Carlos Conde, Rótulo, Odrozzola…

*Cuando llegó a Primera fue dirigido por el entrenador húngaro Bela Gutman.

*El debut en Primera fue contra Nacional, por la Libertadores, habían expulsado a “Tito” Gonzálvez y el DT sacó a Juan Joya para que entrara “Cacho”, pasando Matosas de 5. La silbatina fue impresionante. Fue su bautismo de fuego.

*”Cacho” debutó en Peñarol en 1962, en un equipo de estrellas que fue asombro del mundo entero. Lujoso y exuberante, locatario en todas las canchas del mundo. Ganador y arrollador, aplaudido por el juego desplegado.

*Luego del Cosmos del “Rey Pelé” en USA, regresó a Montevideo, dejando la práctica activa del fútbol, pese a numerosos ofrecimientos que le formularon varias instituciones. Se dedicó a la actividad comercial y más tarde se convirtió en técnico de divisiones menores de Peñarol, hasta que partió rumbo al cielo.